Último reto: QUÉ PUEDO HACER YO...????
La
discriminación ataca el corazón mismo de lo que significa ser humano.
Discriminar es dañar los derechos de alguien simplemente por ser quien es o por
creer en lo que cree. La discriminación es nociva y perpetúa la desigualdad.
Todos tenemos derecho a ser tratados por igual, con independencia
de nuestra raza, etnia, nacionalidad, clase, casta, religión, creencias, sexo,
género, lengua, orientación sexual, identidad de género, características
sexuales, edad, estado de salud u otra condición. Y aun así, con demasiada
frecuencia oímos historias desgarradoras de personas que sufren la crueldad
sólo por pertenecer a un grupo “diferente” de quienes están en posiciones de
privilegio o de poder.
La discriminación tiene lugar cuando una persona no puede
disfrutar de sus derechos humanos o de otros derechos legales en condiciones de
igualdad con otras personas debido a una distinción injustificada que se
establece en la política, la ley o el trato aplicados. La labor de Amnistía
Internacional se basa en el principio de no discriminación. Trabajamos con
comunidades en todo el mundo para cuestionar leyes y prácticas discriminatorias
y garantizar que todas las personas puedan disfrutar de sus derechos en
condiciones de igualdad.
Ya conocemos de más los tipos de discriminación que se dan en nuestra sociedad, demasiados, por desgracia:
El racismo afecta a todos los países del mundo. De forma sistemática, niega a las personas la totalidad de sus derechos humanos sólo por su color, raza, etnia, ascendencia u origen nacional.
La discriminación contra la población extranjera se basa muchas veces en
ideas de superioridad y racismo fomentadas a menudo por políticos que buscan
chivos expiatorios para problemas económicos y sociales en un país.
En todo el mundo, las personas sufren discriminación por amar a quien aman,
por sentirse atraídas por determinadas personas y por ser quienes son. Las
personas LGBTI pueden ser tratadas injustamente en todas las esferas de su
vida, ya sea en el ámbito de la educación, el empleo, la vivienda o el acceso a
los servicios de salud, y pueden sufrir acoso y violencia.
En muchos países, en todas las regiones del mundo, existen leyes,
políticas, costumbres y creencias que niegan a las mujeres y niñas sus
derechos.
En
todo el mundo, 1 de cada 10 personas vive con discapacidad. Sin embargo, en
muchas sociedades, las personas con discapacidades tienen que enfrentarse al
estigma, al ostracismo y a que las traten con pena o con miedo.
Propongo que desde la Administración y desde las entidades privadas :
·
acaben con las leyes
discriminatorias
·
protejan a todas las personas, sean
quienes sean, de la discriminación y la violencia;
·
introduzcan leyes y políticas que
promuevan la inclusión y la diversidad en todos los ámbitos de la sociedad;
· tomen medidas para abordar las causas fundamentales de la discriminación, por ejemplo cuestionando los estereotipos y actitudes que la fomentan.
1. La EDUCACIÓN es la mejor arma contra la desigualdad, conocer al que tenemos enfrente, ponernos en su lugar, no crear más obstáculos, para ello debemos saber escuchar y educar, prestar atención a las personas, comprende y confrontar nuestro propio privilegio, prepararnos para sentirnos incómodos a veces , y saber que muchos prejuicios se han adquirido a muy temprana edad.
2. Generar conciencia , compartir los recursos que nos parezcan útiles con los miembros de nuestra comunidad para ayudarles a aprender cómo pueden ayudar a acabar con la desigualdad y la discriminación. Debemos ser ejemplos para otros. Enseñar que todos tenemos derecho a la dignidad y la seguridad.
3. Desafiar la discriminación cotidiana y el racismo, a menudo es en forma de chistes, estereotipos o comentarios insensibles y preguntar a nuestros amigos, familiares o colegas. Si presencias a un amigo o familiar expresando ideas racistas o discriminatorias, habla con ellos si te sientes seguro para hacerlo. Acércate a ellos en privado primero ya sea en persona o a través de un mensaje directo. Serán más receptivos si no se sienten avergonzados públicamente. Señala que lo que están diciendo es racista o discriminatorio y recuérdales que toda persona tiene derecho a la dignidad y que en muchos países está penado por la ley discriminar a una persona por el color de su piel, su etnia, religión, género u orientación sexual. Anímalos a aprender más sobre el contexto histórico de los prejuicios raciales y la discriminación.
4. Denunciar los contenidos racistas o discriminatorios en las redes sociales. Si vemos contenidos que violan sus directrices hay que denunciar. Si vemos contenidos en algún periódico u otro medio de información que refleje prejuicio hay que protestar o dejar un comentario para que sepan que ese contenido no procede.
5. Las escuelas y universidades deben ser lugares seguros para niños y jóvenes de todas las razas y etnias. Si ofrece una vía segura para reportar incidentes, servicios de apoyo y programas o iniciativas para promover la tolerancia, la diversidad y la inclusión. El lugar donde estudian nuestros hijos/as debe ser un entorno seguro para todos los estudiantes.
“La educación inclusiva es un derecho fundamental, que habilita la posibilidad de participar en el mundo”
No es algo lejano e inalcanzable... por lo menos, ese es mi deseo.
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